Vietnam. Halong Bay, paraíso entre rocas

La bahía de Halong constituida por alrededor de 2000 formaciones rocosas se alza como principal reclamo turístico de Vietnam. Su visita en un crucero se presentaba como obligatoria. A los barcos se les llama junkos, fabricados el madera y de corte tradicional.

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Como venía siendo habitual en nosotras, nos hubiera gustado recorrer la bahía por nuestra cuenta pero no conseguimos encontrar información fiable para hacerlo. Finalmente acudimos a una agencia en la que contratamos una noche en barco y otra en un resort en una playa privada.

En el hotel de Hanoi conocimos a un grupo de españoles con los que compartiríamos experiencias los próximos días. En otros blogs habíamos leído que en ocasiones te ofertaban unas características de barco y viaje que luego no eran tales, así que íbamos ya en sobreaviso.

Tras 4 horas de viaje en furgoneta llegamos al puerto de Halong y embarcamos en un junko que no era el que habíamos contratado. Como buenos españoles nos revelamos contra la tripulación y exigimos que nos llevaran a nuestro barco. El guía tan solo nos decía que mejor que no lo viéramos, que no iba a cumplir nuestras expectativas y que ese era un barco mucho mas lujoso. Finalmente accedió a enseñarnoslo y, tras comprobar que para nada se acercaba al maravilloso barco que nos habían vendido en la agencia, regresamos al anterior con nuestro orgullo bien herido. Teníamos una sensación extraña. Habíamos comprobado que el barco contratado era peor y aún así nos sentíamos estafados. Este primer contratiempo hizo que no disfrutáramos las primeras horas como se merecían.

Aún así, la tripulación tenia preparada para nosotros una amplia oferta de actividades. Consiguieron conquistarnos con una visita al interior de una cueva, ya que algunas de estas formaciones rocosas son huecas en su interior.

Ya de vuelta en el barco pudimos disfrutar de una fiesta en la cubierta con unas inolvidables imágenes del atardecer.

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La comida a bordo fue estupenda y abundante, con una degustación muy variada de platos vietnamitas.

A la mañana siguiente amanecimos temprano ya que a las 6 horas un maestro de taichi nos esperaba en la cubierta para darnos unas nociones básicas. Tras 30 minutos de movimientos descoordinados, nos aventuramos con el kayak y remamos entre islotes para descubrir aldeas flotantes de pescadores.

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La siguiente sorpresa fue llegar a una especie de «granja» de ostras. De hecho se llamaba «oyster farm», así que la traducción es buena. Allí nos enseñaron que con un poquito de bacteria aquí una bola sacada de la cáscara de la ostra allá y algo de paciencia en 5-10 años consigues una perla que, de buena que es, no se quema cuando intentas prenderla con el mechero. Y mira que nos dejaron intentarlo…pero nada, oiga.

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Después de la explicación y, no sin antes pasar por la «exposición- todoestáalaventa» nos dirigieron hacia nuestro gran navío «silversea» para continuar surcando la bahía de Halong hacia nuestro destino: Nam Cat Resort. Destino de dos estrellas venidas a más por lo que son vendidas como cuatro!

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La verdad es que su paradisiaca ubicación, con playa privada y bungalows desde los cuales tumbado en la cama puedes contemplar el mar…y oírlo entre las rendijas de la madera del suelo bien merecen esas 4 estrellas…sin embargo…ése baño cutre, de azulejos rotos y ventana indefinible, esa madera desvencijada y por todo mobiliario una cama, todo ello bañado por la luz titilante de un fluorescente le quitan «glamour». Aun así, después del frenesí matinal de actividades, degustamos el «lunch» y nos apostamos en nuestro reino por un día.

Una vez repuestas las fuerzas…no sé si por la mala conciencia o por entrar en una dinámica imparable, abordamos otro barco para que nos llevara a la isla de Cat Ba. La mayor del archipiélago. Allí nos adentramos en bicicleta,como en verano azul pero sin silbar, hasta la aldea de Tai Lai. Pueblo precioso alrededor del cual pudimos hacer una ruta a pie con la intención de observar a los primates que habitan en la jungla de sus alrededores…no hubo suerte esta vez. De esta suerte regresamos a nuestro rincón privado y tras ducha, cena en muy buena compañía, vino, risas y compañerismo decidimos dar por finalizado este gran día, que el toque de diana al día siguiente era a las…¡¿7h00!?.

Continuando en la vorágine de actividades tras desayunar de nuevo al barco para volver hacia Halong City y realizar en ruta una guía rápida de como hacer rollitos frescos vietnamitas…mmm…

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Una vez en tierra firme quedaba lo peor del día, 6 horas de autobús para llegar hasta Tam Coc.

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Me encanta vuestro viaje, disfrutad mucho chicas, besos

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